Cabildos de nación

Entre la tradición y la postmodernidad



Raúl Febles Conde

El cabildo de nación, tal y como lo definiera D. Fernando Ortiz, es una asociación de corte cultural, que tenía como patrono a un santo del imaginario católico, instaurada en las ciudades, principalmente en La Habana y Matanzas, como forma de resistencia cultural y centro de recreo y socorro de los negros esclavos y libres, en la colonia española cubana.

Como antecedentes de esta forma de asociación, está el sistema de jerarquización existente en la metrópoli, jerarquías esencialmente potenciadas por las relaciones económicas (nobiliarias), como es el caso de la presencia del rey, que por mandato divino, regía sobre los ducados, condados, marcas y baronías. Similar jerarquía veíase entre los clérigos, donde la escala cosmopolita, refería a un papa, vicario de Cristo, que gobernaba a una multitud de obispados, arzobispados, capellanías y cardenalituras, los cuales apoyaban el poder del rey como una extensión de la dominación feudataria.

En el Nuevo Mundo, se fueron estableciendo por uno u otro bando similares guisas de dominio, a partir del proceso de conquista y colonización. En la América se establecieron, organizaciones administrativas del poder real como los virreinatos, las capitanías generales, las gobernaturas, las audiencias, y los cabildos.

Dichos cabildos eran organismos dedicados al gobierno de las ciudades de la América hispana, de carácter colegiado, basado en el modelo español de ayuntamiento o cabildo castellano medieval.

Cada uno de ellos estaba organizado a partir de la idea del gobierno comunal, ejercido por un conjunto de vecinos elegidos por sus conciudadanos cabezas de familia, que en la mayoría de los casos fue sólo un planteamiento teórico. A partir de 1591, los cargos también podían ser adquiridos a través del sistema de venta de oficios, hasta convertirse en vitalicios y hereditarios. Aunque variaban según la importancia de la ciudad, generalmente se componían de dos alcaldes ordinarios, seis regidores, que actuaban como consejeros, y un número indeterminado de oficiales.

Las funciones del cabildo eran muy amplias, ya que le correspondía administrar los fondos propios, reunidos de los impuestos municipales, y atender a todas las necesidades del mantenimiento de la ciudad y sus habitantes. En el terreno económico, se ocupaba de establecer los precios y la distribución de las mercancías, al tiempo que vigilaba los pesos; toda la normativa relacionada con el funcionamiento de la ciudad se daba a conocer por medio de la publicación de las Ordenanzas, una vez aprobadas por el rey.

En España, el comercio de esclavos había comenzado desde la edad media, de la mano de los españoles cristianos y los sarracenos. (Guanche, J. 1996:46) La trata se mantiene, y desde el siglo XIII se reporta en Andalucía a miles de negros africanos libres y esclavos. (Franco, J.L. 1961:42, citado por Guanche, J. 1996:46)

Estos negros, fueron paulatinamente asociándose en España, a la usanza europea, como es el caso de una cofradía de negros fundada en 1401 en Sevilla bajo la protección de Nuestra Señora de los Ángeles y también el nombramiento de un juez y mayoral de los negros en 1475, Juan de Valladolid, portero del rey conocido como el Conde Negro (Bermejo, J. s/f, citado por Ortiz, F 1961). Sería significativo explorar la presencia negra en las fraternidades masónicas en este período.

También hubo conquistadores negros. Es el caso del soldado negro Juan Garrido el que, entre 1510 y 1511, participó con Diego Velásquez en la conquista y pacificación de Cuba; luego acompañó a Ponce de León a Puerto Rico y la Florida, en 1519 formó parte del ejército de Hernán Cortés y participó en la toma de Tenochtitlán, más tarde en Coyoacán donde tenía un pequeño terreno, Garrido sembró los primeros granos de trigo en México (Esteva, G 1987:198)

En África, existían asociaciones similares, de corte tribal-feudal. Estas asociaciones tenían como rasgo más característico el culto a los antepasados. El culto a los ancestros que protegen a la familia y al clan se manifiestan en el culto a eègún y Oòrún, entre los pueblos yorubas, también en la estructura social de los hausa y fulani, encontramos una organización conocida como ògbôní, integrada por sacerdotes consagrados al culto de Şangó, y que tenía funciones judiciales. Entre los carabalíes y congos, encontramos organizaciones similares como la ekpé, y la abakuá. Asimismo entre los arará.

  • Las sociedades secretas de África constituyen el elemento propio de toda la vida política. En ellas todos los bienes seculares y religiosos tienen su centro y su fuente. Casi todos los pueblos, desde el Río Grande hasta la Côte d’ Ivoire, tienen una sociedad de mujeres rigurosamente aparte, pero constituidas en forma similar. (Franco, J. L. 2006:26)

En Cuba, a partir del comienzo de la trata, en el siglo XVI y posteriores, el pensamiento de África comenzó un proceso de tranculturación con los elementos europeos y aborígenes ya presentes en la Isla, en la conformación del ajiaco cultural que menciona Fernando Ortiz.

El pensamiento africano, específicamente de las etnias bantu [1], carabalí, mandinga y yoruba, se fue paulatinamente convirtiendo en un componente esencial de nuestra idiosincracia, de nuestra música, de la religiosidad popular, de las comidas, y también de las formas de organización administrativas en Cuba.

  • Del mismo modo que en África Occidental, la religión… impregnó y marcó todas las actividades de los Nàgó brasileños, extendiéndose, regulando e influyendo hasta… sus actividades más profanas. Fue a través de la práctica continua de su religión que el nàgó conservó un sentido profundo de comunidad y preservó lo más específico de sus raíces culturales. (Elbein, J y Dos Santos D. M., 1967-1971)

A estos hombres y mujeres de procedencia africana, y sus descendientes - esclavizados- se les prohibió hablar en sus lenguas y se le impuso una lingua franca -la española-, se les prohibió practicar sus creencias y religiones imponiéndoles el cristianismo; se les negó su historia; y condición humana.

La respuesta fue resistencia en todos los planos cuyas manifestaciones más conocidas fueron el cimarronaje, las rebeliones y alzamientos, y la participación en la lucha independentista. Asimismo, la práctica de otras tantas formas de rebeldía como negarse a tener hijos en la esclavitud, el mantener a toda costa su identidad, su lengua, sus concepciones religiosas; una lucha continua por regresar al África aun a costa de la vida, y allí donde fue permitida, la asociación en cabildos.

Hasta la actualidad solo se ha considerado la existencia de cabildos en los asentamientos urbanos. Allí donde el trabajo esclavo era más feroz (las plantaciones), no se considera la existencia de asociaciones de ningún tipo. Sin embargo, en mi opinión, es precisamente al contrario.

Si bien en las ciudades los negros libres y esclavos se asociaban en determinadas fechas, para la realización de sus fiestas y ceremonias, en las plantaciones el vivir continuo bajo el mismo techo de etnias diferentes, al decir de los españoles para evitar las rebeliones, no hizo más que consolidar la cohesión y la formación incipiente de la nacionalidad cubana. Ejemplo de ello, es que de las plantaciones surgieron, en el mismo proceso de juyirse, los palenques: cabildos rurales.

Existía, en las plantaciones, como en los cabildos, una forma cotidiana de reproducción de la vida africana: cuando caía la noche en los barracones se evocaba la aldea natal, la familia, los antepasados fundadores del clan, que protegían aún estando lejos.

La lengua que se habló, cuchicheada, y los cantos de cuna para dormir a los niños, los coros religiosos que durante el día no habían podido cantar, o cantaban ocultos del mayoral para darse ánimo cortando la caña, y en los patakíes contados para qué la noche sucediera el día, el cansancio a la viveza, la opresión a la libertad infinita del pensamiento, también eran manifestaciones comunitarias de resistencia social.

Los colonos permitían en determinadas fechas el toque africano, alabando al patrono de la plantación (una deidad católica), al cual se le tocaban con instrumentos que recreaban los de África para cantarle y bailarle y alcanzar la comunión con la naturaleza; produciendo un espacio de libertad en medio de la noche esclavista. Escuchar ésa música, cantarla, bailarla era salirse de la realidad de afuera y vivir sin tiempo. (Novás, L s/f, citado por Ortiz, F 1995:34)

Sin embargo, estas prerrogativas no eran capaces de satisfacer el ansia de independencia de estos negros que:

  • Atraídos por el amor innato a la libertad, acechan continuos lances, y aprovechan los momentos de descuido para repetir sus ruinosas huidas y desmandarse en los montes […] (Caballero, J.L. 1956, citado por Cairo, A 2005:38)

En los palenques, puntos de reunión de cimarrones y rebeldías, tuvieron lugar idénticas variantes de otro tipo de cimarronaje, el cultural, al cual nos referimos cuando observamos que se les ocupan, aunque no se haya escrito mucho sobre el tema,

  • […]ciertos muñecos de madera… que parecían ser sus ídolos, y algunas cazuelitas y jícaras… en que se veían clavados dientes de jutías, cabellos, pedacitos de espejos, plumas de gallo,…, lo que constituye sus milagros, talismanes o brujerías de que hacen tan alto aprecio atribuyéndoles sobrenaturales virtudes como si estuvieran en su tierra… (Morillas, P.J. citado por Álvarez, I 1974:23-45, comp., en Cairo, A 2005:78)

Estos hallazgos por los rancheadores reflejan la presencia de cierta actividad religiosa, y por tanto cultural, de estos grupos apalencados. En las ciudades, no obstante, este espacio de libertad tenía lugar en los llamados cabildos de nación. Organizaciones socio-religiosas que fungían también como sociedades de recreo y socorro mutuo que agrupaban a africanos, esclavos o libres de un mismo pueblo o nación, o sea, de la misma procedencia geográfica y/o étnica. A los criollos les estuvo prohibido el ingreso en ellos durante mucho tiempo.

El cabildo reproducía las formas de organización existentes en los reinos africanos: cada cabildo estaba presidido por un rey y una reina, además de por otros dignatarios elegidos según una jerarquía. Entre ellos se encontraban los capataces, las madrinas, los encargados de la atención a la religión y un abanderado. En Cuba se conoce que desde el siglo XVII ya existían los cabildos: habían cabildos congo, carabalí, mandinga, bambará, apapá, yoruba y arará.

En dichos espacios urbanos tuvieron lugar muchas de las dinámicas que movían la vida social de la colonia. En La Habana existió un cabildo de los Congos Reales y varios de congos, dos carabalí Isuama, varios arará, uno mandinga, y otro lucumí. Todos los cabildos estaban bajo la advocación de un santo católico o de la virgen en cualquiera de sus apariciones.

El día 6 de enero, Día de Reyes, se permitía los miembros de los cabildos cantar y bailar a la usanza de cada nación africana y recorrer las calles de la Ciudad de La Habana hasta el frente de la casa los Capitanes Generales, residencia del gobernador español. Ese día las calles eran invadidas por comparsas lucumí, de congos, y arará, dirigidas por diablitos peludos, reyes moros y kulonas con cornamentas. Estas figuras tradicionales de los carnavales cubanos se mantiene en Santiago de Cuba y en algunos otros lugares. El diablito íreme, que portaba máscara o capucha, pertenece al imaginario abakuá, y rememora al culto de los antepasados que se celebran por diversos pueblos africanos. Es como el muerto que vuelve a la tierra para asustar a los vivos pero también para que se les rinda homenaje.

Antes de recibir el aguinaldo se bailaba la culebra:

Mamita, mamita

Yen, yen, yen

me come las culebra

Yen, yen, yen (Ortiz, F. 1981: 284-285)

Según refiere Fernando Ortiz, este baile pantomima se ejecutaba en el patio del Palacio los Capitanes Generales ante la autoridad suprema la Isla, aludiendo las características del ofidio:

Y mírale los ojos, parecen candela.

Y mírale los dientes, parecen filé (alfileres)

Alguien hacía como que mataba el reptil y, ya tendido en el suelo le bailaban

alrededor, así cantándole, terminando con el estribillo:

Que la culebra se murió...

Calabazón, son, son… (Ortiz, F. 1981: 284-285)

Además se alinearon los esclavos a los aires independentistas de la Revolución de Haití. Tal es el caso de la Conspiración de Aponte en 1812. José Antonio era miembro de la sociedad ògbôní, y líder del cabildo Shangó-Tedum, y en el orden religioso lucumí tenía la categoría de oní Şangó. (Franco, J.L 2006:26) También se le asocia con la sociedad secreta abakuá:

  • Hay una sospecha atendible que José Antonio Aponte…ponía una emblemática como contraseña en los documentos secretos que es de origen abakuá. Él hacía reuniones en su casa con negros congos, carabalíes y lucumíes, en la que se hablaban lenguas africanas. (Díaz Fabelo, T. 1998:85)

Una muestra de la importancia que llegaban a alcanzar los líderes de estas organizaciones es el caso de Santiago de Cuba: al morir el rey del cabildo congo, José Trinidad XXV en octubre de 1848 se le rindieron honores póstumos solemnes, incluso se disparó una salva de artillería desde una de las fortalezas en su honor. (Bolívar, N y González, C 1998:30)

En La Habana existieron numerosos cabildos arará, hoy desaparecidos. En el resto de la Isla se observan presencia arará en varios lugares, pero en la provincia Matanzas existen varias sociedades religiosas que conservan con rigor sus tradiciones. Entre las más importantes se encuentran la de Perico, Jovellanos, Agramante y la ciudad de Matanzas. Estos grupos poseen ceremonias, cantos, proverbios, danzas, comidas, creencias y también formas de expresión como parte de la tradición oral.

En el poblado de Perico, provincia de Matanzas, existió un cabildo arará fundado por Florentina Zulueta, quien afirmaba ser una princesa dahomeyana. Al alcanzar la libertad, cuando la abolición de la esclavitud, se mudó para Perico fundando la Sociedad Africana cuya bandera era morada con una estrella amarilla en el centro Otro caso es el de la Sociedad Africana San Lázaro fundado en 1912 por Manuela Fernández (Ma Gose), Andrés Fernández (Coso-Coso) Sixto Fernández y Pilar Fernández (Caletú) (Fernández Martínez, M. 2005:80)

En los cabildos volvían (los negros) a ser ellos mismos, libres de la miradas y los oídos de un medio hostil. Allí podían utilizar su lengua, compartir sus creencias y practicar sus costumbres, tocar su música, entonar sus cantos, volver a bailar sus bailes, cocinar y disfrutar sus comidas. Podían además elaborar estrategias para ayudarse entre sí y comprar la libertad (Ortiz, F. RBC, art.) Como muestra de ello tenemos el caso de Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit, quién paulatinamente jurando en su juego Efik Abakuá, a algunos blancos, hasta que pudieran abrir su propia potencia (Akanarán Efó Ekobio Mukarara, 1857) utilizaba ese dinero para comprar la libertad de sus propios ecobios.

Durante siglos las religiones que de África vinieron fueron perseguidas por las autoridades. Sus ritos y fiestas enmascaraban con el disfraz del catolicismo. Ya desde la época colonial los vecinos de los cabildos protestaban por el ruido que se sentía en los mismos en los días festivos. En numerosas ocasiones, la policía confiscaba tambores y objetos rituales que eran destruidos o, en el mejor de los casos trasladados para algún museo. Hasta 1932, los tambores africanos fueron prohibidos y después esa fecha para poder hacer sus toques se debía pedir permiso. Los practicantes de estas creencias seguían escondiendo sus creencias. Muchas figuras públicas de las guerras de independencia y posteriormente en la neocolonia, participaban de este universo de creencias. Senadores, representantes, artistas e incluso muchos presidentes han estado consagrados en la Regla de Palo Monte, la esencia abakuá y el complejo religioso de Osha-Ifá.

Al triunfo de la Revolución muchos de estas organizaciones ya no funcionaban, o se disolvieron definitivamente. Es a partir de la apertura política oficialista de las organizaciones gubernamentales y el PCC, y la correlación de fuerzas en el ámbito nacional e internacional es que se rescata la religiosidad popular de creencias de origen africano, aunque esto no significa que no se considere todavía a este universo de creencias como ilógico, primitivo, diabólico y por tanto sea necesario ocultarlo.

El mismo proceso de segregación y otras dinámicas sociales permitieron que se fuera fraccionando la parcial institucionalización que existía gracias a los cabildos de nación. Gracias a ellos se conservan remanentes lingüísticos y culturales, a través de la realización de rituales y actividad social de estos grupos.

Por otra parte, a partir del siglo XIX se implantaron y reformularon en Brasil los elementos de un complejo cultural africano que se expresa actualmente a través de asociaciones bien organizadas, donde se mantiene y se renueva la adoración de las entidades tradicionales africanas, centralizadas en los terreiros (cabildos de nación en Brasil).

Esos terreiros constituyen verdaderas comunidades que presentan características especiales. Una parte de los miembros del terreiro habita en un local a los alrededores del mismo, formando algunas veces un barrio, o un poblado. Otra parte de sus integrantes vive más o menos distante de ahí, mas viene con cierta regularidad y pasan períodos más o menos prolongados en el terreiro donde ellos disponen unas veces de una casa o en la mayoría de los casos, de un cuarto en una construcción que se puede comparar con un compound. [2]

En la diáspora, el espacio geográfico de África y sus contenidos culturales fueron transferidos y transculturados hacia el terreiro, o hacia las casas de santo. Fundamentalmente, la utilización del espacio y la estructura social de los tres terreiros tradicionales yoruba en Brasil, se mantuvieron sin grandes cambios, no siendo así en Cuba. Por su extensión, reputación y organización compleja, el Àşę Òpó Afònjá de la roca de São Gonçalo do Retiro constituye un modelo ejemplar [3].

Hoy en Cuba los creyentes se reúnen en estos espacios, remedo de los cabildos de nación, y no existen bajo el dominio de una jefatura religiosa o una organización que agrupe a todos, aunque existe sí existe una relación religiosa entre los miembros de una misma familia de santo o rama. Esta relación es la que promueve el concepto hegemónico de padre o madre de santo, o de nganga. (babalosha e iyalosha y tata nganga)

A estos espacios los llamaremos cabildos contemporáneos, puesto que cumpliendo con similares funciones que los cabildos de nación en la época colonial, en la actualidad presentan rasgos distintivos como son:

a) la descentralización institucional,

b) su dimensión, y difusión de actividades y funciones en el espacio y su interpenetración según una dinámica dependiente del espacio mismo: tal es el caso del uso de los espacios habitacionales como espacio social, donde la comunidad vivencia la praxis socio-religiosa,

c) la disposición espacial como resultante del proceso de descomposición de la estructura productiva y como dependiente de los procesos de producción, reproducción de la fuerza de trabajo, consumo, intercambio y gestión,

d) la relación directamente proporcional entre la praxis religiosa y el proceso de reproducción de la fuerza de trabajo y su articulación en la ideología de lo urbano,

e) una nueva concepción sobre la interacción de lo urbano con lo rural, con la consecuente resignificación de lo urbano y lo rural y sus correspondientes ideologías, para los creyentes,

f) escasa participación del estado en las dinámicas urbanas y en la conformación de la ideología religiosa urbana, con el consecuente aumento de la iniciativa privada y la manifestación de relaciones sociales subyacentes que contradicen el proyecto ético-humanista de estas prácticas y del modelo socialista,

g) una especificidad de la estructura de clases, derivada de la dinámica de desarrollo desigual y el establecimiento del liderazgo religioso como método de ascensión social, de administración de los espacios de poder, y de obtención de bienes materiales, por otra parte

h) surgimiento de un espacio de protagonismo para un grupo social, que tiene pertinencia política en los destinos de la sociedad,

i) resemantizan el concepto de familia, incluyendo el rol de ahijado, dentro de las dinámicas familiares.


Entre las relaciones de parentesco de los esclavos en Cuba, se evidencian aquellas que se establecían por consanguinidad, y por afinidad (Padrinos-ahijados, taitas carabelas, miembros de las armazones en las cuales habían llegado como esclavos, y cófrades, miembros de los mismos cabildos de nación)

Por la cantidad de creyentes que sean capaces de iniciar un santero o palero, se va conformando paulatinamente una genealogía no tradicional, un padre, un abuelo, al tiempo que va formando una imagen de respeto, sabiduría, consolidación, consagración, unidad familiar, prestigio social.

En las casas de santo, casas-templo, que interrelacionan el espacio urbano y el rural, la familia convive con el universo religioso de sus òrişás, participa directa o indirectamente de los rituales, y de las formas de adoración y culto, cada miembro de la familia interactúa con el ahijado, parte informal de una familia mucho más vasta. Informal, pero reconocida por los lazos afectivos que genera ser hermanos de piedra.

El grupo religioso, ya sea formado por consanguinidad o por afinidad es la trinchera cultural en que ha subsistido una identidad siempre en formación. Identidad de supervivencia, de participación. (Febles Conde, R. 2007, art.)


j) su funcionamiento depende de que tengan lugar, procesos como la mutabilidad de hogares (permutas), la reconstrucción de los mismos espacios y el consiguiente impacto medioambiental y en el diseño arquitectónico cubano.

El cabildo contemporáneo, como el terreiro contiene dos espacios con características y funciones diferentes:

a) un espacio que calificaremos de urbano, comprendiendo las construcciones de uso público y privado;

b) un espacio virgen, que comprende los árboles y una fuente considerado como el monte, equivalente a la floresta africana, que Lidia Cabrera (1954) tan exhaustivamente caracteriza.

Dentro del terreiro brasileño en su espacio urbano

[…] se elevan: las casas-templos, Ilé-òrìşá, consagradas a un òrìşá o a un grupo de òrìşá, entidades divinas, las salas o salones de reclusión de las novicios – los iyawo – una cocina ritual con su antesala y una sala semipública (según las ocasiones); una construcción – el barracón – que abriga un gran salón destinado para las fiestas públicas, con espacios delimitados para los diferentes grupos y sectores que constituyen el GB y los lugares reservados a la asistencia; un conjunto de habitaciones permanentes o temporales para los iniciados que hacen parte de terreiro y sus familias. Entre las construcciones en el límite del espacio urbano y asomado sobre el monte, se encuentra el Ilé-Ibo-Aku; la casa donde son adorados los muertos y donde se encuentran sus “asientos” – lugares consagrados – local donde nadie se puede aproximar, guardado por sacerdotes preparados para estos misterios y separado del resto del terreiro por una cerca de arbustos rituales.

Este tipo de espacio se comporta a nivel particular como un lugar geográfico que presenta una superestructura político-administrativa, a partir de las reglamentaciones individuales del sacerdote superior, donde se presenta un determinado grado de desarrollo tecnológico y cultural, que depende de los integrantes del mismo y de su nivel de consagración, ya que insertados en un universo específico de diferenciación que origina a su vez: 1. un sistema complejo de agrupación social; 2. un sistema político que asegura el funcionamiento del conjunto social, y que no contradice a grandes rasgos la dominación política del país en que se presenta; 3. un sistema particular de inversión, sobre todo lo referido a la tecnología y la cultura y 4. un sistema de intercambio con lo exterior.

El gobierno cubano debe propiciar el espacio y el sustento necesario para apoyar determinados esfuerzos, de preservación identitaria, y transformación local de estos grupos sociales utilizando las posibilidades hermenéuticas que nacen de estas prácticas.

  • La conveniencia de crear una institución en Cuba, [¿un cabildo?] que pudiera englobar, sino a todos por lo menos a una buena parte de los religiosos, es una manera de otorgar legitimidad a una práctica marcada, históricamente, por sistemáticas descalificaciones, que sin embargo tanto ha aportado a las tradiciones nacionales. Se obvia, por determinadas instancias que la sociedad civil cubana puede jugar un papel muy importante en la lucha socialista, para lo cual cuenta con potencialidades suficientes. Puede ayudar decisivamente, en la descentralización y rearticulación de la sociedad, que los cambios en curso ponen a la orden del día… (En cursiva Martínez, F 1998 art. citado por Febles Conde, R. 2007 art.)

Las asociaciones que se han referido [4] esbozan un proyecto ético y detransformación aparentemente funcionales. Sería interesante conocer el verdaderoalcance de dichas reglamentaciones en la vida cotidiana de los individuos que lasintegraban, así como de los que hoy están agrupados en los cabildos contemporáneos(Centro Cultural Yoruba, Casona de Diez de Octubre, Ilé Tún Tún).

  • Alrededor de los núcleos religiosos santeros, paleros y abakúas puede entreverse una fuerte resistencia social, respuesta de sus exponentes, grupos sociales que han sido históricamente marginados, excluidos, considerados delincuentes. Sin embargo la religión de negros reivindica su papel paulatinamente en lasociedad con la que ha tenido un fuerte intercambio. En ello influyen muchasde las concepciones que constituían núcleos significativos en las culturas matrices. (Febles Conde, R. 2007, art.)

Las tradiciones religiosas de antecedentes africanos al actuar como núcleos duros de resistencia cultural han preservado para nosotros las complicadas cosmogonías de los dioses de África, un pensamiento filosófico y un enorme caudal de mitos y leyendas que han enriquecido nuestra literatura y la nuestra concepción del mundo. Estas culturas nos hacen diferentes y nos han enriquecido, a propósito Fernando Ortiz afirmó, sin el negro Cuba no sería Cuba.

Notas del artículo

[1]

[2] Compound es un término comúnmente aplicado en Nigeria, a un lugar de residencia que comprende un grupo de casas o de apartamentos ocupados por familias individuales relacionadas entre sí por parentesco consanguíneo. En yoruba tiene el nombre de Agbo-ilé, que quiere decir literalmente, conjunto de casas.

[3] El Ase Opo Afonja fue fundado por Eugenia Ana dos Santos, Oba Biyila célebre Iyalorisha Anita (aninha), que salió del Ile Iya-Naso con un grupo de sacerdotisas. Con Bamgboshe Obitiko (Rodolfo Martins de Andrade) y Oba Sanya (Joakin Vieira da Silva) ella se instaló en el lugar llamado camarón, para ir, enseguida para la calle de Curriachito, para el costado de la plaza, para el costado de Pelourinho, y, finalmente, para una hacienda situada en San Gonzalo del Retiro, dando prestigio y estímulo extraordinario a la religión Nagó y al “terreno” (terreiro) donde se concentró la flor de la élite negra del Brasil. Por su Muerte en 1939, María Bibiana do Espiritu Santo, Oshún Muiwà llamada madre señora, la sustituyó, prosiguiendo en su tarea con brillantes y dedicación y manteniendo los fundamentos tradicionales de la religión. La autora fue iniciada por madre señora en 1964. la bibliografía sobre el Àsé Òpó Àfònjá es abundante. Sobre ese asunto al lector las indicaciones que figuran en las obras del Sr.Edison CARNEIRO, Donald PEARSON, Pierre VERGER, Roger BASTIDES y Deoscoredes M. dos Santos.

[4] Basado en estudios sobre asociaciones existentes en el siglo XIX (Casa del Cabildo de la Nación de morenos carabalies; Directorio Central de las Sociedades de la raza de color; Unión de los Hijos de la nación Arará Cuerano); asociaciones existentes en el siglo XX (Socorros mutuos, Instrucción y Recreo, naturales de África y sus descendientes Minas Popó–Costa de Oro; San Cayetano; Sociedad de Protección Mutua y Recreo de Culto africano; Congos Melembe Lucalla; Afro–Cubana; San Pedro; Sociedad africana; San Antonio; Los hijos de África; Estudios y ritos africanos; Pancho Garrafón; Iglesia espiritista Cristiana del Rito Lucumí, así como asociaciones existentes (sin expedientes) Sociedad africana de Socorros Mutuos; Las cinco naciones; Sociedad de Negros Africanos. Nación Congo Real; Socorros Mutuos Centro Africano. (s/a 2003)

Publicado en:

Febles Conde, Raúl (2008) Cabildos de nación: entre la tradición y la post-modernidad. pág. 975-986. Ponencia presentada en el 12mo taller de Antropología Social y cultural Afroamericana. ISBN: 978-959-282-066-1